Sencillamente espectaculares esas manos desgarradas. Evocan toda la crudeza de una guerra manejada por falsos caudillos y estéril, por otra parte, como todas. En cualquier caso, todo lo que va, vuelve y en cualquier momento esas manos desgarradas pueden trocarse en manos alzadas por la paz. Y la otra obra..., ¡ay el corazón! Esé órgano tan delicado, tan potente, tan vital y al mismo tiempo tan tierno. El principio de la vida y su final. Pero estamos vivos, enérgicos y con ganas de volar por encima de cualquier dificultad. Ya pensaremos en el final en otro momento. Ahora, todo está por hacer y todo está en marcha.
Gracias, por ser tan sensible, cuando subí estas obras me acordé de un poema de Miguel Hernandez y pensaba ponerlo, pero no lo puse, me encanta este poeta pero me deprime mucho su poesia porque la siento mucho. Por la Libertad Para la libertad sangro, lucho y pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas y entro en los hospitales y entro en los algodones como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño, reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño y aún tengo la vida.
Hubiera estado bien que la pusieras, como están fantásticas tus dos obras. Miguel Hernández, el cabrero ilustre, el hombre de pueblo que murió de forma digna en un sitio sombrío e indigno. Toda su obra es lírica sencilla y tierna, sin olvidarse de ser orgullosa y templada cuando conviene. Gracias por recordarme a este gran poeta que escribió desde el pueblo y para el pueblo. Tu corazón de hojas vegetales lo trae de nuevo hasta nosotros y, por supuesto, ese desgarro de manos que evocan también a Víctor Jara, el gran poeta chileno, torturado hasta la muerte por Pinochet, ese gran hacedor de huérfanos y viud@s. A Víctor también le trituraron los dedos de ambas manos, antes de cortárselas como demostración del tétrico "poder" del dictador que quiso enseñar que de nada vale una guitarra, si no hay unas manos que la toquen. Lo que no sabía ese salvaje criminal, es que " Te recuerdo Amanda" y "El derecho de vivir en paz", continúa entre todos nosotros y recorrerá el mundo por siempre.
Es cierto, y por eso cuando oimos y leemos a artistas tan autenticos, sentimos el mismo desgarro que sintieron ellos, y veces evocamos su poesia cuando sentimos nuestros propios desgarros,nos salen solas sus palabras, y las hacemos nuestras, aprendemos a llorar con sus propios lamentos, nos sentimos mas acompañados, menos solos ante el dolor, son como oraciones que nos salen del alma.
4 comentarios:
Sencillamente espectaculares esas manos desgarradas. Evocan toda la crudeza de una guerra manejada por falsos caudillos y estéril, por otra parte, como todas. En cualquier caso, todo lo que va, vuelve y en cualquier momento esas manos desgarradas pueden trocarse en manos alzadas por la paz.
Y la otra obra..., ¡ay el corazón! Esé órgano tan delicado, tan potente, tan vital y al mismo tiempo tan tierno. El principio de la vida y su final. Pero estamos vivos, enérgicos y con ganas de volar por encima de cualquier dificultad. Ya pensaremos en el final en otro momento. Ahora, todo está por hacer y todo está en marcha.
Gracias, por ser tan sensible, cuando subí estas obras me acordé de un poema de Miguel Hernandez
y pensaba ponerlo, pero no lo puse, me encanta este poeta pero me deprime mucho su poesia porque la siento mucho.
Por la Libertad
Para la libertad sangro, lucho y pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas
y entro en los hospitales y entro en los algodones
como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño
y aún tengo la vida.
Hubiera estado bien que la pusieras, como están fantásticas tus dos obras. Miguel Hernández, el cabrero ilustre, el hombre de pueblo que murió de forma digna en un sitio sombrío e indigno. Toda su obra es lírica sencilla y tierna, sin olvidarse de ser orgullosa y templada cuando conviene. Gracias por recordarme a este gran poeta que escribió desde el pueblo y para el pueblo. Tu corazón de hojas vegetales lo trae de nuevo hasta nosotros y, por supuesto, ese desgarro de manos que evocan también a Víctor Jara, el gran poeta chileno, torturado hasta la muerte por Pinochet, ese gran hacedor de huérfanos y viud@s. A Víctor también le trituraron los dedos de ambas manos, antes de cortárselas como demostración del tétrico "poder" del dictador que quiso enseñar que de nada vale una guitarra, si no hay unas manos que la toquen. Lo que no sabía ese salvaje criminal, es que " Te recuerdo Amanda" y "El derecho de vivir en paz", continúa entre todos nosotros y recorrerá el mundo por siempre.
Es cierto, y por eso cuando oimos y leemos a artistas tan autenticos, sentimos el mismo desgarro que sintieron ellos, y veces evocamos su poesia cuando sentimos nuestros propios desgarros,nos salen solas sus palabras, y las hacemos nuestras, aprendemos a llorar con sus propios lamentos, nos sentimos mas acompañados, menos solos ante el dolor, son como oraciones que nos salen del alma.
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