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WILLY
El día que willy entró en nuestras vidas fue un precioso día de sol, caminaba por el mercadillo de los lunes a la caza de alguna ganga en forma de atuendo veraniego o zapatillas graciosas, así que miraba muerta de curiosidad cada puesto, tocando todo y disfrutando, cuando llegué a un puesto de animalitos y vi unos ojitos redonditos que me seguían a mí, o me lo pareció, así que me volví y caminé en sentido contrario pero los ojitos me seguían, hice varios giros, movimientos para comprobarlo, y no cabía la menor duda, nos habíamos enamorado los dos.
Era blanquito, redondito, y una trufita negra por nariz, pero lo más bonito de todo, sus ojos,
Así que le dije al del puesto, que me lo llevaba, y me lo dejó fiado, porque no llevaba tanto dinero encima.
Al llegar a casa, fue toda una fiesta, nadie lo esperaba, pero al momento todos lo querían; en pocos meses se convirtió en el más famoso ladrón de zapatos e toda la urbanización, cada día nos traía varios zapatos de todos los tamaños y modelos, y temimos que los vecinos lo descubrieran.
Hoy a sus 17 años, después de cuatro años ciego, hemos tenido que sacrificarlo, el sábado le dio una embolia cerebral y dejó de caminar.
Llevo un rato en casa, y ya estoy echando de menos, el tropezar constantemente con él, pues me seguía por toda la casa, y su presencia, la tenemos muy arraigada, el tener constantemente cuidado con cerrar la puerta para que no se cayera a la piscina, sus ladriditos, sus lametones de cariño.
Ahora miro, y ya no está su cojín, ni su comedero, y ya no pediré las sobras de carne, cuando vayamos a comer fuera, en el Miraflores que somos asiduos, nos la guardaban ya sin pedirlo y se me hace un nudo en la garganta solo de pensarlo.
Maru
EN EL CIELO
En el cielo, cada día,
hay tu nombre
con tu estrella,
luminosa y roja
como el sol de poniente.
En el cielo, cada noche,
sale la luna curiosa
vigilando que no se pierda
ni tu nombre ni tu estrella.
En el cielo, algún día,
se grabará en silencio
tu voz y tu mirada, pero alguien
sabrá quién lo ha hecho.
cuando mire, desde el amor
y añorando tu presencia,
el azul espejo de la Tierra.
Manel Oriol